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Todos los lunes y miércoles la veía en su puesto. Esmerado puesto. Todas sus frutas estaban perfectamente colocadas, alineadas, ordenadas por colores, por formas…
Todos los lunes y miércoles la veía en su puesto. Esmerada frutera. Cofia blanca con bordes bordados, bordados en azul cielo… oscuro. Mandil blanco. Mandil blanco con bordes bordados en color azul cielo… oscuro. Y más bordados, una cenefa de frutas variadas la entallaban por la cintura. Unas cintas de color rojo, el color de la esperanza, se anudaban con un gracioso lazo en el centro, coincidiendo con tres fresas.
Su cara manzana, redondeada en color pálido granada, despedía una sonrisa con olor a melocotón. Sus pequeñas manos se paseaban sobre la fruta, sin tocarla, acariciándolas y provocando una mezcolanza de aromas. Parecían mantener un interesante diálogo, interrumpido por sus senos, cuando se inclinaba sobre ellas, sus frutas. Entonces, todas enmudecían admiradas.
Se tomaba su tiempo en conseguir ese orden perfecto… en sus frutas. Las frutas de Ilu. Cada día... distinto. Le resultaba fácil jugar con el colorido. Verdes, amarillos, rojos de la esperanza…
Verdes dentro de una gama de verdes, amarillos dentro de una gama de amarillos, dentro de una gama de rojos… rojos, y así sucesivamente.
Le resultaba divertido jugar, también, con los tamaños. Grandes, medianos, pequeños… Y con las formas. Redondeadas, alargadas, ovaladas… Sí. Jugaba. Y cada día, una obra de arte creaba para deleite de los primeros asistentes al mercado. ¡Hasta con las letras jugaba! Los días pares, por orden alfabético. Los impares, al revés.
Lo vengo diciendo. El puesto cambiaba cada mañana, cómo su delantal y cofia, con bordados diferentes según el color del día (se rumoreaba que en casa, los domingos, usaba un delantal rojo esperanza con bordados en color negro, con cofia negra con bordados en rojo esperanza… pero solo se decía. Eso se decía de Ilu).
Unos días generaba cuadrados en el puesto, o rectángulos, o triángulos… Los círculos le costaban, decía, mucho trabajo. Para disimular su forma más imprecisa, acudía con frutas de elevado contraste para representar mejor los bordes de la figura.
Todas las frutas participaban en su efímero juego. El caso es que ella jugaba… y se le notaba que se divertía. Ella misma era el puesto de fruta. Ya ponía el cuidado en colocarse al lado de las frutas que combinasen bien con el mandil. Hoy, por ejemplo, con mandil de borde azul, estaba al lado de los plátanos. Creo que el miércoles irá con borde rojo. Seguro que estará con las manzanas golden.
Había olvidado hablar de las gruesas medias con las que se protegía de los fríos callejeros del invierno. Aseguraba que en sus rayas horizontales se escondía la historia de todas y cada una de sus frutas, enmascaradas en su color. Tenía también unas ligeras medias para los días templados. Siempre tenía medias.
Ella, la frutera, aquella frutera, era la alegría del mercado. Todas sus cercanas compañeras la envidiaban. Algunas, incluso trataban de imitarla, lo qué a ella no le importaba… le halagaba. A Ilu le halagaba. Ilusión. Ilu se creían esas compañeras que era un apócope de ese nombre. No sabían su secreto, ni sabían lo que significaba apócope.
Lo que nadie conocía era, y era importante… lo de su sufrimiento.
Todo aquel amoroso y divertido trabajo se iba convirtiendo en una desazón, angustia opresiva, que se acentuaba cada vez que un cliente se llevaba sus frutas... sus amadas frutas.
Y siempre creía que aquella tristeza no era compensada por las monedas que a su casa se llevaba.
Pero… cada mañana se despertaba con la ilusión de un nuevo puesto que habría de crear, esa mañana, por si acaso era la última.
Todos los lunes y miércoles la veía en su puesto. Esmerada frutera. Cofia blanca con bordes bordados, bordados en azul cielo… oscuro. Mandil blanco. Mandil blanco con bordes bordados en color azul cielo… oscuro. Y más bordados, una cenefa de frutas variadas la entallaban por la cintura. Unas cintas de color rojo, el color de la esperanza, se anudaban con un gracioso lazo en el centro, coincidiendo con tres fresas.
Su cara manzana, redondeada en color pálido granada, despedía una sonrisa con olor a melocotón. Sus pequeñas manos se paseaban sobre la fruta, sin tocarla, acariciándolas y provocando una mezcolanza de aromas. Parecían mantener un interesante diálogo, interrumpido por sus senos, cuando se inclinaba sobre ellas, sus frutas. Entonces, todas enmudecían admiradas.
Se tomaba su tiempo en conseguir ese orden perfecto… en sus frutas. Las frutas de Ilu. Cada día... distinto. Le resultaba fácil jugar con el colorido. Verdes, amarillos, rojos de la esperanza…
Verdes dentro de una gama de verdes, amarillos dentro de una gama de amarillos, dentro de una gama de rojos… rojos, y así sucesivamente.
Le resultaba divertido jugar, también, con los tamaños. Grandes, medianos, pequeños… Y con las formas. Redondeadas, alargadas, ovaladas… Sí. Jugaba. Y cada día, una obra de arte creaba para deleite de los primeros asistentes al mercado. ¡Hasta con las letras jugaba! Los días pares, por orden alfabético. Los impares, al revés.
Lo vengo diciendo. El puesto cambiaba cada mañana, cómo su delantal y cofia, con bordados diferentes según el color del día (se rumoreaba que en casa, los domingos, usaba un delantal rojo esperanza con bordados en color negro, con cofia negra con bordados en rojo esperanza… pero solo se decía. Eso se decía de Ilu).
Unos días generaba cuadrados en el puesto, o rectángulos, o triángulos… Los círculos le costaban, decía, mucho trabajo. Para disimular su forma más imprecisa, acudía con frutas de elevado contraste para representar mejor los bordes de la figura.
Todas las frutas participaban en su efímero juego. El caso es que ella jugaba… y se le notaba que se divertía. Ella misma era el puesto de fruta. Ya ponía el cuidado en colocarse al lado de las frutas que combinasen bien con el mandil. Hoy, por ejemplo, con mandil de borde azul, estaba al lado de los plátanos. Creo que el miércoles irá con borde rojo. Seguro que estará con las manzanas golden.
Había olvidado hablar de las gruesas medias con las que se protegía de los fríos callejeros del invierno. Aseguraba que en sus rayas horizontales se escondía la historia de todas y cada una de sus frutas, enmascaradas en su color. Tenía también unas ligeras medias para los días templados. Siempre tenía medias.
Ella, la frutera, aquella frutera, era la alegría del mercado. Todas sus cercanas compañeras la envidiaban. Algunas, incluso trataban de imitarla, lo qué a ella no le importaba… le halagaba. A Ilu le halagaba. Ilusión. Ilu se creían esas compañeras que era un apócope de ese nombre. No sabían su secreto, ni sabían lo que significaba apócope.
Lo que nadie conocía era, y era importante… lo de su sufrimiento.
Todo aquel amoroso y divertido trabajo se iba convirtiendo en una desazón, angustia opresiva, que se acentuaba cada vez que un cliente se llevaba sus frutas... sus amadas frutas.
Y siempre creía que aquella tristeza no era compensada por las monedas que a su casa se llevaba.
Pero… cada mañana se despertaba con la ilusión de un nuevo puesto que habría de crear, esa mañana, por si acaso era la última.
La foto no es de la frutería de Ilu. No estaba el día que fui a hacerla.
No estaba tampoco su puesto.
Ahora, la añoro. No sé nada de ella.
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///Post 105 OVNM 037/080108 - Ilu, la frutera
///foto: 080114/C4915 - Frutería (Tenerife)
///música: Brokeback Mountain - The Wings
///enlace: Cristal Rasgado - La mujer de los mil paraguas
///foto: 080114/C4915 - Frutería (Tenerife)
///música: Brokeback Mountain - The Wings
///enlace: Cristal Rasgado - La mujer de los mil paraguas
23 comentarios:
Un baile de colores y aromas. Pobre Ilu!
Claro que si! Ilu era maga, sin duda, y una gran publicista :)
Besos
¿sabe lo que pasa, sr.Ñoco le Bolo? que no hay nada como poner empeño, amor, ganas, imaginación, y por supuesto, ilusión, en hacer las cosas...y entonces, sólo entonces, surge la magia, de un puesto y una frutera como los que ha descrito de esa manera tan maravillosa, o de un post como este. No pierda la esperanza, ya verá como vuelve a saber de ella, y de su puesto...seguro.
Perdone por acaparar...se me olvidaba decirle que es una pena que la vida esté hecha de pérdidas...entendí tan bien el sufrimiento de ella cada vez que vendía sus queridas frutas y verduras...aunque bien que luego la recuperara, la ilusión, cada día para volver a crear. Un abrazo.
Me gusta la gente como Ilu la frutera, que le pone magia, pasión y dedicación a todo lo que hace. Porque sus creaciones alegran a los que vamos a comprar al mercado, o hacer fotos. Ella pone Arte en su vida cotidiana.
Me gusta el relato sobre todo cuando imaginas lo que no ves, qué esconde en las rayas de sus medias, sus gestos, los olores que desprende, el efecto de su pechos sobre las formas...
Creo que es una historia muy fresca, un apunte del natural, con un toque de melancolía.
Besos.
Yo, como sus compañeras, no me he enterado de cual es el significado de Ilu, y mira que he ido, texto arriba, texto abajo...
Ñoco:
Ayer leí una entrada en uno de esos cuadernos que encuentro a la deriva, y en ella, su editor relataba la experiencia de la compra de una tela bordada por una campesina guatemalteca. Ella pidió un alto precio, y el comprador no regateó. Así, la campesina, y antes de entregar una tela que había tardado en bordar ¡seis meses!, la repasó entre sus manos, la acarició junto a sus rostro, la olió... y sólo la entregó ante la insistencia del comprador, quien ya la entendía suya.
Estas tribulaciones me hicieron recordar a las de Ilu.
Este texto, como su protagonista la frutera, está lleno de luz. Luz de la buena. Y luz en todos los sentidos buenos.
La ilusión de crear y vivir cada día un nuevo puesto, como si fuera el último, tiene que ser desbordante y contagiosa.
Yo hubiera sido feliz contemplando a la frutera cada martes y jueves en su puesto.
:)
La foto me recuerda a fruterías que vi en París, me parecián preciosas, el colorido y el primor que habían puesto en la colocación de las frutas y verduras.
No me extraña que le diese pena deshacer esa obra de arte.
Yo pintaba cuadros, alguno regalé, pero era incapaz de venderlos. Los sentía como si fuesen mis hijos.
Un abrazo.
De pequeña jugaba con la caja de los botones de mi madre: me hipnotizaba colocándolos por tamaño, por colores, por materiales, jugando a construir conos o cubos o enormes filas...
Mucho más divertido debe ser jugar con las frutas: las ordenaría por olores, por sabores...
La entrega, eso de colocar todo con lo mejor de nosotros, reflejo del tesoro de nuestro interior, sólo reflejos. Y luego el efecto del desprendimiento con todo lo que ello conlleva. Y ese mañana... ese tiempo futuro para rehacer todo. Un mensaje, algo para detenernos y observas la humanidades y ese mundo rico que encierran.
Me hizo recordar a un florista. Que tenía el puesto de flores mas bello que había visto, mientras que los demás ordenaban de la misma manera sus puestos en la calle, el lo hacía todos los días de una manera diferente y con una concentración en colores simplemente espectacular.
Ah, y el tema de WINGS, una gozada.
Abrazo amigo.
Ñoco, que linda historia, y la verdad es que nos deja el ejemplo de lo importante que es el amor propio, el tener el animo suficiente de arreglarse, de darle sentido a los objetos, y hacerlos suyos con sentimiento...las mujeres tenemos cierta facilidad para eso.
Un abrazo fuerte, no creas que me escapo de la evaluacion postvacacional...la tengo que hacer.
Soraya
Soy Madame Pompadour, que vengo a ver a un argentino baila tangos que me dejó una invitación en lo de la Reina GreenHair....
¿Y?, acá estoy..... (si, ya sé, un poco tarde....), y bueh!.....
Jejejjee!
Hola Señor Ñoco Le Bolo!!!
Muy bonito su post, y esas descripciones tan exactas me dieron ganas de concer a Ilu y sus frutas....
Es una delicia venir a este blog, y por ello, lo invito al mío para que retire un obsequio, que bien merecido lo tiene!!!
Un besiññooo desde la Patagonia Argentina!!!!
He de reconocer que no como mucha fruta -lo sé, lo sé, sé que hago muy mal...- pero me encantan el olor y el color de los puestos. Siempre me paro a mirarlos. Dan ganas de llevarse todas la frutas para casa...pero no lo hago porque sé que se me estropearían. Además, paso mucho tiempo fuera...
Gracias por el texto-homenaje y por la magia de Ilu, ñoquito. Besos
Me recordó el nombre de una estupenda frutería con un escaparate que parece una exposición digna de fotografiarse.
La frutería en cuestión se llama "Tomad mucha fruta"
Genial.
Por cierto, enlazado queda usted, entre mis nuevos descubrimientos...
Me entregaste los olores, colores y rumores propios de la más bella colección de frutas y verduras, gracias :)
Ñocooooo, ¡pero qué ven mis ojos! Hoy, en El Observatorio, ¡la Torre de San Martín!
Durante dos años podía saludarla, desde los escasos metros que nos separaban, desde mi cama.
Qué alegría verla hoy aquí.
:)
¡Hola, amiga!
Te recuerdo que has sido merecedora del GOLDEN BELLYBUTON AWARD
Ahora ya puedes presumir de un exclusivo y prestigiado galardón que sólo poseen 1.789.564 bloggers más.
¡Enhorabuena!
yo me considero una frutivora y q seria de mi sin ella....
yo creo q ilu te entregaba mucho mas de lo q nos cuentas con su presencia y sus colores...con sus bellos maniles y su buen gusto por la belleza...y de esa belleza es de la q creo q disfrutabas a tope..de la bella armonia de ilu...
un beso de fruta rapaz!!!
Tus naranjas,
y mis limones...
Mis llantos,
tus ilusiones...
A la vera del río,
con olor de piñones,
paseo despacio, muy despacito
los amoríos que despiertan mis cajones ...
Que tú me pides un melocotón...
Y... un beso te doy yo,
que prefiero guardar las sandías
para cuando venga el día!
¿Que ya es de noche?
¡Dios!
Tengo que guardar mis sandías,
mis piñas y mis albaricoques...
Que viene el diablo
y se lleva mis amores...
Esos que me hacen soñar,
los que me robaron los melones...
que fruta fresca yo tenía, y...
cuando te la dí,
formáronse las pasiones...
A la vera del río...
a tu verita ...
yo me he perdido...
realmente las fruterías para mi hoy día son la imagen que de niño tenia en las tiendas de golosinas y las fruteras esos seres mágicos que reparten sonrisas y alegría de los cuales es imposible no enamorarse, me hizo mucha ILU encontrar aqui tantos sentimientos comunes....
cosa que solo consiguen los genios, escribir algo y conseguir que el lector lo sienta como propio...
un saludo y hasta pronto
Alegría-dolor, Luz-oscuridad, pensamiento-nada, ¿Qué va con la pérdida?.... que lo ponga Ilu que sabe de eso... yo sólo sé de palabras y no mucho.
Un beso de cerezas, mis preferidas.
Joni Mitchell:
I've looked at life from both sides now
From win and lose and still somehow
It's life's illusions I recall
I really don't know life at all.
Anais Nin:
Dreams pass into the reality of action. From the actions stems the dream again; and this interdependence produces the highest form of living.
Buddha:
If we could see the miracle of a single flower clearly, our whole life would change.
For you, my friend
lrrh
Eran sus creaciones, su vida, el motivo para empezar un nuevo día.
Le costaba desprenderse de ellas, deshacer sus obras pero… ¿ que hubiera sido
del puesto y de Ilu si los clientes no se hubieran llevado las frutas?
La ilusión es uno de los motores de la vida .
Si desprenderse de la creación supone angustia y tristeza, Ilu tendrá que tomar un respiro…. porque ¿desprenderse de lo que has hecho con amor, es un acto de generosidad ??
Seguro, ya lo dices, que la foto no corresponde a la frutería de Ilu pero a mi me gusta por su sencillez, porque es real y porque cuando vuelva Ilu la transformará.
Como todos tus textos “sin desperdicio”
Ps i As S
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