29.10.07

En barco velero


               Dedicatoria
              A ti, joven de 16 años, mujer, ecuatoriana, emigrante… brutalmente maltratada
              A ti, joven maltratador… tenga contigo el destino la piedad de hacerte ver lo que  eres.
              A mí, estupefacto, asistiendo un día más… avergonzándome una vez más.


Como un barco velero empujado por un viento firme y constante, pero suave.
Como en un barco velero.
La brisa constante en la cara. Brisa húmeda.
Las miradas perdidas en un horizonte lejano. Mirando hacia adentro, buscando lo que había sido. Mirando hacia delante, buscando lo que habría de ser. No más detalles. No alcanzaban, sus miradas, más detalles. Dos miradas introspectivas, sin nada que ver.
La manta, la pequeña manta escocesa, de cuadros verdes y amarillos jaspeados con grises de la edad, le protegía de las inclemencias de cualquier tiempo. Esa manta no estaba allí para esa ocasión, formaba parte del atrezzo. Tras ella, asomaba un traje de buen corte. Los años habían pasado por él, pero conservaba toda la elegancia de lo que había sido.
La bufanda, a juego, en verde musgo. Bien colocada, cuidadosamente colocada, primorosamente colocada.
Su mano derecha empuñaba un paraguas, a cuadros verde amarillentos. Con finas líneas rojas. Alguien cuidaba los detalles. ¿Quién? Haría falta saberlo, aunque sea para darle un beso.
El paraguas que empuñaba su mano derecha, era el timón, el dueño del destino. El paraguas verde amarillento parecía tener vida. A la derecha, más despacio, más deprisa, párate, a la izquierda. No, no es verdad, esto son imaginaciones mías. Pero sí, el paraguas existía.
Avanzaban. El porte era impresionante. Avanzaban los dos formando una unidad. No importaba la lluvia fina. No era lluvia. No llegaba a calabobos. Más bien podría ser una nube baja y espesa, de esas que te humedecen hasta el punto de mojarte. Mojarte por fuera, por dentro y el alma. Me parecía que ambos llevaban el corazón encogido.
Avanzaban, los dos. Y dos miradas nuevas. Sí otras dos miradas.
Él podría ser... Bueno, por encima del paraguas sobresalía la figura de un sudamericano. Él podría ser peruano, ecuatoriano o colombiano. No importaba. Se delataba por sus facciones. Pero no importaba.
Importaban sus ojos. Dos miradas. Tal vez todos tengamos dos miradas, que no practicamos.
Miraba hacia adentro, es decir, hacia atrás. Veía a su mujer, Yma Sumac, y a su hija, Antawara. La veía a ella, joven, llena de vida, allá, en su pequeño pueblo de Perú, o Colombia, o Ecuador, que más da. Ella, esperando una llamada. Rápidamente recogería a Antawara (la abuela Nina quería llamarla Tintaya) y saldrían para la tierra de promisión. Volverían a su pequeño pueblo, al cabo de unos años, y.....
Él miraba hacia atrás, añorando los paisajes, la tierra, las gentes, los amigos, la familia...
Avanzaban como un barco empujado por un viento suave, con la brisa en la cara. Y él miraba hacia fuera, hacia delante. Miraba el país de las promesas. El país que esperaba lleno de frutos jugosos, apetitosos, fáciles. Y comprobaba... comprobaba la dureza de ser un emigrante en tierra de emigrantes.
Poca memoria, se decía. Estas gentes tienen poca memoria. Pero era feliz en el modo que se puede ser. En poco tiempo se traería a su joven esposa, a su niña de sus ojos y... volvería a ser una familia. Ya nada habría de faltarles. Nunca más. Y era feliz. Tenía la certeza de que su hija conocería un mundo nuevo en este nuevo mundo. Un mundo nuevo en el que la gente no se fijaría en el color de su tez.
Por encima del paraguas veía todo eso. Veía más que todo eso. Se veía ahora sentado bajo un paraguas, navegando, pilotando su silla de ruedas, empujado por otro ciudadano del mundo que estaba soñando lo mismo que él, de profesión, capitán de silla de ruedas.
Y sabía, al contrario que Yma Sumac, que Antawara no regresaría a la tierra que le vio nacer. Se quedaría aquí, en la tierra de promisión para cuidar que su manta, su bufanda y su paraguas, estuviesen primorosamente, amorosamente colocados, aún cuando él ya no se enterase de esos pequeños detalles.

Post scriptum
* Y mientras escribía, con la tristeza escapándose entre los dedos, escuchaba la obra de Michael Nyman - A Zed and Two Noughts
* Me hubiese encantado poner la fotografía real de esta historia. Por respeto, al capitán y al piloto de la silla de ruedas, de papeles intercambiables, no hice la foto. Podría haber disparado pero...
Tampoco me hubiese gustado ser el protagonista, ninguno de los dos, de esta historia. De ser así, no hubiese querido salir en la foto.
* Mi amigo Rammses me regaló estos preciosos nombres, nombres en Quechua.
   Nina. Significa fuego, candela, calor. Un estupendo nombre para el alma de la casa, la abuela, que resguarda el pasado de una familia que se va a enfrentar al futuro. La que queda como depositaria de la tradición y la historia. Gracias Nina.
   Antawara. Lucero cobrizo o Estrella cobriza. Que mejor nombre para ese futuro prometedor. Será la nueva generación que aporte vitalidad a una civilización gastada por los años.
   Tintaya. Deseosa. Nina quería ese nombre. Hubiese sido un precioso nombre. Tal vez, pronto será la hermana de Antawara, la nueva vida nacida en un viejo país que se rejuvenece por el flujo migratorio.
Y por último… la princesa.
   Yma Sumac. Éste es un nombre que sólo se les daba a las princesas incas y significa bella, hermosa. Y es lo menos que se merecía nuestro capitán y piloto. El hombre arriesgado que cambia un presente cierto por un futuro, más allá de los mares, mares poblados por enormes monstruos marinos, en pos del Otro Nuevo Mundo.
No hay un nombre para nuestros dos protagonistas, ese equipo indisoluble que conforma el barco velero, tres, si contamos al paraguas, que tiene vida propia.
El hombre de la manta podría ser… no se me ocurre.

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///OVNM 024/071029 - En barco velero
///foto: Barcos veleros en Santander - Cutty Sark 2002
///música: Michael Nyman - Here to there

18 comentarios:

Carlota dijo...

Ñoco: no es la primera vez que me dejas sin palabras, pero esta vez me dejaste hasta sin aliento. Bellísimo escrito, bella foto, bellos nombres proporcionados por Rammsés (y aún más bellos sus significados)bellos y entrañables los personajes. ¿Bello fin de semana? Porque el resultado fue bello. (siento la reiteración, pero no se me ocurre otra palabra). Un abrazo.

Anónimo dijo...

Una entrañable, tierna historia con una imagen sugerente, cautivadora;escrita con una gran sensibilidad y desgraciadamente muy actual.
Triste, muy triste pero como tu dices con un rayo de esperanza al final.

Enhorabuena por esta magnífica historia, y gracias por hacernos reflexionar, por recordarnos en lo que se está convirtiendo nuestro mundo.
Chapeau!

Anónimo dijo...

Pero de tanto mirar a través del paragüas y no ver otra cosa sus ojos se acostumbran a ver lo que no es palpable. Me recuerda un poema de Salinas:
No rechaces los sueños por ser sueños.
Todos los sueños pueden
ser realidad, si el sueño no se acaba.
La realidad es un sueño. Si soñamos
que la piedra es la piedra, eso es la piedra.
Lo que corre en los ríos no es un agua,
es un soñar, el agua, cristalino.
La realidad disfraza
su propio sueño, y dice:
«Yo soy el sol, los cielos, el amor».
Pero nunca se va, nunca se pasa,
si fingimos creer que es más que un sueño.
Y vivimos soñándola. Soñar
es el modo que el alma
tiene para que nunca se le escape
lo que se escaparía si dejamos
de soñar que es verdad lo que no existe.
Sólo muere
un amor que ha dejado de soñarse
hecho materia y que se busca en tierra.
Me encanta como escribes.

Anónimo dijo...

Se me olvidó comentar que este poema me lo dedicó tu hermana Pura en un poemario de Salinas que me regaló en el ´97 y que procuro tener siempre cerca.

RMS dijo...

¡¡¡Ñoco querido!!!. Que hermoso te quedo todo. La foto, la historia, la música. Que buen trabajo... muy bueno... me deja sentimiento. Genial!!!.
Un beso y abrazo emocionado!

Carlota dijo...

Ñoco, encanto, te importaría pasar a leer mi último post, de cabo a rabo?? Perdona por la molestia...jeje.

Anónimo dijo...

realista relato de futuro esperanzador,aunque aprecio la tristeza y el drama de la historia me provoca la alegria de la lucha contra la vida,esas lagrimas de lluvia solo me indican la compasion del mundo por su lucha; una lucha en la que no hay derrota posible pues luchas por el futuro de los tuyos,de tu descendencia ,por el bien estar de gente que aun no ha nacido: eso es el futuro. enterder a esta gente reside en enterderlos en origen ,en su casa,gente que abandona su presente en busca de un futuro que ni siquiera es para ellos. igual, dentro de 20 años sentado en esa silla pueda ver en el brilo de los ojos de un niño español e integrado orgulloso de sus mayores por brindarle con el sacrificio de una vida entera la posibilidad de ser...lo que quiera. pd:no consigo escribir tan bonito como quisiera

Luigi dijo...

De nuevo nos ilustra con otro de sus maravillosos relatos, felicidades!

Madame Vaudeville (Chus Álvarez) dijo...

Bello. No hay más que decir.
Gracias por emocionarme.
Y gracias a Ramsses por ese regalo de nombres.
Besos para los dos desde el cabaret

eSadElBlOg dijo...

la foto solo nos distraería. La historia es muy bonita, trabajo en equipo, y está muy bien narrada.
Te robaría esos nombres que te han regalado.

Mandarina azul dijo...

Sí, te lo estoy diciendo. Aunque no tenga palabras.

:)

Luci dijo...

me gustó tu inmolación outro...


bueno, estoy leyendo tu blog y te invito (es exclusivo a leer mi último poema del Premio Consuelo cerrado al público).

Lo dejo en comentarios.

Kiri dijo...

He venido, lo he leído, me he emocionado y te lo agradezco profundamente. No soy yo, pero podría...hay muchos yos por el mundo y que alguien escriba algo tan bonito, me ha emocionado. Te seguiré nuevo amigo...Un beso.

Anónimo dijo...

"tal vez todos tengamos dos miradas, que no practiquemos"-y es que puede que hacer uso de ellas nos lleve lejos, muy lejos, o alto, muy alto o adentro, muy adentro. Y entonces surge el miedo a lo desconocido que nos podamos encontrar, o al batacazo que nos podamos pegar, o a no saber dónde acaba el horizonte. Y aunque el viaje nos haga soñar y sentir lo que nunca tendremos o a donde nunca llegaremos, al final preferimos cerrar los ojos de esa mirada y abrir los otros a la "realidad".

Giuditta dijo...

En cuanto vi tu Cutty Sark blanco pensé en Armando Reverón, el maestro de la luz. Cuán claramente ve uno a los personajes en el barco velero, "la brisa constante en la cara".
Son preciosos los nombres quechuas y es hermosa tu narración, de valor y esperanza.
Besos esperanzados

Marina dijo...

Remozarán el asfalto de las calles, construirán rampas para empujar más fácilmente las sillas de ruedas,incluso, algunas serán legales... alguien debe empujar y sentarse o sentarse y empujar... indistintamente.

Los besos que te mando, los llevará el viento que corre más que cualquier velero, que cualquier silla y que cualquier color.

Esmeralda dijo...

Entrañable y en total actualidad.
Un elato para reflexionar, reflexionar, también sobre nuestras "dos miradas", seguro que todos las tenemos pero a mi la segunda mirada de algunos no me gusta, no me gusta la mirada de ojos entornados que a veces de visto.
Llegaron a la tierra de promisión pero al tiempo, algunos, se dieron cuenta que esa tierra no existía, ahora miran al otro lado del océano con nostalgia.
... y sí, tenemos poca memoria... han habido y hay muchos capitanes de silla de ruedas por el mundo.
El hombre de la manta podría ser cualquiera... yo.

Arañitas, arañitas..
eres grande ñOCO
Ps i As suaus

Esmeralda dijo...

5 meses que hice el primer comentario, por casualidad o no, he vuelto y me ha emocionado más, si cabe, que anteriormente.
... los pequeños detalles son importantes cuidarlos o que te los cuiden ,aunque las arrugas de la experiencia hagan mella en el cuerpo.
también he escuchado mientras leido a Michael Nyman.
te he dicho alguna vez que eres el mejor 'Alquimista d sntimeientos' que he conicido?

Ps i As suaus