8.3.08

136 - Él, no quería





Me lo explicaron claramente.

Él, no quería.

Su padre había sido maletilla desde muy joven y, a base de mucho tiempo, había llegado a ser mozo de espadas de uno de los toreros más famosos del país del toreo.
La posición del padre, y los largos años de vida alrededor del coso, le habían facilitado tejer un entramado complejo de amistades, afectos y conveniencias.

Él, no quería.

Su padre, dentro de la más legítima aspiración que puede tener un buen padre, deseaba que Rafael llegara a ser lo que él nunca hubiese conseguido, pero si soñado. Sí, soñado, porque su vida entera era un sueño. Se veía, en Rafael, lidiando en Las Ventas, La Maestranza... en todas.

Pero él, él no quería.

Su padre, Manuel, puso todos los medios. En su pequeña casa, en el campo, aprovechando al máximo el mínimo espacio de que disponía, se hizo una pequeña plaza para tientas, a base de tablones de obra, palés y otros restos similares. Incluso, al principio, se hizo un toro con un carrito de la compra de un supermercado, eso sí, convenientemente relleno de papeles de periódicos, con noticias del toreo, y forrado con pieles de distintos animales. Tener una piel de toro hubiese sido su deseo.
Allí, en aquella desastrada plaza, recibió Rafael sus primeras lecciones, de la mano de su padre, y de gente de las plazas que venía a comer las migas que, con nivel de excelencia, preparaba su madre, Doña Remedios.

Rafael, mientras, no quería. Seguía con sus estudios. Así pasó la primaria, secundaria, bachillerato... universidad. Ya era casi antropólogo, su sueño desde tempranas edades.

Manuel, Manolillo para los amigos, continuaba trayendo a su casa toda clase de gente, del mundo del toro por supuesto. Todos hablaban con Rafael. Todos argumentaban. Recibía teoría y práctica, ésta, muy bien explicada por los comentaristas taurinos.
No. No quería. El no quería.

Siempre se había distinguido por una especial sensibilidad que tal vez explicase el hecho de que fuera ecologista, naturista, vegetariano, pacifista... defensor de los derechos de los animales. Sin poder decirlo, casi ni pensarlo... odiaba el mundo del toro.

Y la vida continuó de aquella manera. Él, no quería. Manuel, persistía. Remedios, haciendo migas.

Y llegó el día. Manolo había conseguido una plaza de toros de verdad, con toros de verdad. Él sería el mozo de espadas... y sería su día de gloria, en la persona que más quería: su hijo.

Ya se veía en las noticias, en todos los medios, en la televisión, la radio, los periódicos... en los foros taurinos. Rafael había triunfado. Él había triunfado. Un día apoteósico. Todas las orejas todas. Todos los rabos todos. Miles de objetos al ruedo: peinetas, sombrillas, almohadillas, flores, puros...

Y sí. Sí fue la noticia en todos los medios de comunicación. Hasta trascendió al extranjero. Miles de vídeos fueron colgados en You-Tube. Todos, todos contaron con que gala y donosura había salido al centro de la plaza, y como había esperado al primer toro. Todos contaron su elegancia al dejar la muleta en el suelo y tender, delicadamente, la capa sobre ella. Todos contaron...

Todos contaron como, con una serenidad asombrosa y una tranquilidad difícil de explicar, según las circunstancias, se había dejado empitonar desde la ingle hasta el fondo de su alma... ahora ya libre.




texto: El no quería - OVNM 070930/080318
fotografía: @444-FB-080106-4330-Liberación en la plaza

22 comentarios:

Mandarina azul dijo...

No sé qué decir. Sólo que me ha gustado mucho. A veces me pasa, después de leer algo, que me quedo en blanco en lo que a palabras se refiere, pero por dentro estoy impactada y soy un barullo de sensaciones. Y eso me ha pasado ahora al leerte. :)

Luigi dijo...

El otro día en un programa de radio escuché que los estipendios de un matador rondan los 6.000€ por morlaco.

Un matador lidia de dos a seis toros por corrida.

Por temporada, un matador atiende alrededor de 160 corridas por temporada.

Pues que quiere que le diga, pero un servidor no tiene esos ingresos por temporada... lo que no quita que tenga las ingles casi tan corneadas como el diestro del relato.

Sintagma in Blue dijo...

Impresionante.

Carlota dijo...

A veces la vida va dando bocaditos pequeños a nuestra libertad, y cuando nos queremos dar cuenta, sólo hay una manera de recuperarla...

Le Mosquito dijo...

La casualidad me ha traído, también, hasta esta entrada. Me gusta, Ñoco, casi mucho.
:)
No me satisface (aunque me impactó, me dejó helado) la liberación del muchacho con su suicidio.
Hace unos años escribí una comedia titulada "Cecilio y los Toritos". Cecilio es muy parecido a tu Rafael, aunque busca remedio diferente para su liberación.
La comedia, malíiiiiiisima, malebérrima, juas, juas. Tanto que poco recuerdo de ella, pero reo que la echaré un vistazo (si la encuentro).
Gracias.

alfonso dijo...

Regresa este post,
del 30/09/07,
ahora con fotografía y música

Benjuí dijo...

Un sueño vale una vida sólo si es TU sueño.
Terrible venganza la del hijo contra el padre castrador.

Unknown dijo...

no me gusta las corridas de toros, tú relato, sin embargo, sí, mucho :-)

Tesa Medina dijo...

Brutal, es la primera expresión que acude a mí después de leer tu texto.

El mejor alegato en contra de los toros. Respeto a los aficionados, pero yo no puedo ver sufrir a nadie, ni siquiera a un bello animal de seiscientos kilos.

Otra lectura, el empeño de los padres de que sus hijos llenen sus vacíos, consigan lo que ellos no fueron capaces de conseguir.

Error, ellos, los hijos no son de nadie, ni la continuidad de nada. Son genuinos y únicos. Tienen que decidir por sí mismos, sin presiones.

Sólo con amor, dedicación y ejemplo se educa a un hijo.

Terrible el desenlace, pero muy buena la secuencia del relato.

Un abrazo, Ñoco.

Mandarina azul dijo...

Qué desesperanza, Ñoco. Qué manera de sufrir tres personajes (personas) de manera innecesaria pero inevitable.
Por lo demás, me sigue impactando como hace unos meses esta lectura, a pesar de que no me pilla desprevenida.
Cuánto encierran esas tres palabras:
Él no quería.
Y me pregunto qué hubiera ocurrido si él sí hubiera querido...

Sosbe. :)

Paco Becerro dijo...

Muy bueno.

Realmente.

Sin entrar en la polemica taurina, lo que es evidente es que es duro tener que ser algo, porque así lo hayan decidido otros, y no cumplir los propios sueños sino los de otros.

Es un suicidio, como lo hubiera sido también hacerse torero y tener una crisis entre lo interior y lo impuesto.

Me gustó mucho

eSadElBlOg dijo...

desde luego no se dirá que no fue torero por cobarde.

Carlota dijo...

Sólo añadir que cuanto más se lee, más gusta. Se encuentran detalles que en una lectura anterior habían pasado inadvertidos. Es curioso, per está relatado como una secuencia fotográfica... cada párrafo una instantánea perféctamente descrita. Excepto el final, un corto magnífico e impresionante, casi se puede palpar el aire denso en la plaza, las respiraciones contenidas, escuchar el corazón de Rafael y el de su padre, y ver su débil sonrisa antes de ser empitonado... buenísimo, Ñoco. Un abrazo.

irene dijo...

Muy fuerte, y creo que en este mundo taurino, y en otros, muy real.
Jamás debería forzarse a los hijos para que sean lo que tú hubieses querido ser y no pudiste.
Hay que dejar que sean "libres" antes de que sea demasiado tarde.
De cualquier manera, bonito relato.
Un abrazo.

Sureña dijo...

BIENHALLADA...

No se podía esperar otra reacción por parte de su hijo..., la única para liberarse por fin de los anhelos frustrados de su padre...

Genial. Besos

Romana Lopez dijo...

tanbien me gusto la foto y la musica.desde luego yo como madre abria interbenido para que no ppasara eso.abrazos

Belén dijo...

igual no querían pero... jo...

besos, muy bueno!

Mariel Ramírez Barrios dijo...

Por Dios
Que fuerte.
me veía venir el final
pero me ha impactado igual.
Una excelente descripción del horror.

RMS dijo...

Cuando todo se juega por esa libertad. "Tanto va el cántaro al agua que termina rompiéndose". No podemos hacer que los demás vivan nuestros sueños y frustraciones. Hablo de los hijos. No son nuestros espejos, ellos son y tienen su propio reflejo, no terminemos opacándolos y matándolos.
Duro el precio de la libertad.
Abrazo.

Castigadora dijo...

Guau! Con el final me dejaste sin palabras. NO me lo esperaba. Hay que ser valiente o estar muy desesperado para eso, o puede que ninguna de las dos cosas. Tal vez nadie le enseñó una salida por la puerta "chica"

Besos

Extractos de alguna vez dijo...

lo he leído enteriiiiiito (el fondo blanco con letras negras es mucho mejor para mi vista)...y, con tu permiso, lo pongo en la entrada cuando vuelva a Extractos...

Terrible cuando alguien NO QUIERE y se empeñan en que debes querer...
Terrible que a un niño le lleven por el camino del maltrato al toro (a cualquier animal)...
En estos días he visto como algunos padres llevan a sus hijos a los encierros y alegando además que los llevan para que empiecen a tenerle ""!amor!"" a la ¿fiesta?!!!

Terrible y horrible el contenido de tu entrada...

un besote graaaaande

Towanda dijo...

Una historia fantástica y con un final trágico porque él... no quería.

Gracias por dejarme ver esta historia y felicidades por la técnica al contarla.
Un abrazo.